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lunes, 26 de abril de 2010

Acabo de jugar un partido de fútbol sala, con unos conocidos a través de un ex-compañero de Universidad. Realmente, no iba a acabar jugando, pero con los primeros partidos fuimos creando cierto vínculo, y a día de hoy, solo he faltado a un partido (por enfermedad).

La verdad que el fútbol, en general, no es lo mío. Pero me gusta jugar, porque es mi deporte favorito, nunca pierdo oportunidad de ver los partidos del Barça, y, si puedo, de otros equipos importantes (incluido el Madrid, aunque siempre los miro con maldad).

Este año, aparte de fútbol sala con esta gente, también juego a fútbol 7 con amigos míos del barrio. No nos va mal, aunque ahí me puedo esplayar un poco más, dado que tengo un fondo físico respetable gracias al running, y como defensivamente tengo aptitudes, nadie me critica en exceso. En el fútbol sala igual, aunque mi falta de control con el balón, sin ser rídiculo, no me permite excesos.

El partido de hoy, por eso, ha sido pésimo. He llegado muy justo por culpa del trabajo (nada más cambiarme, ya estaba jugando). Eso me ha penalizado más aún con el balón, y físicamente tampoco quería jugármela, puesto que una rotura tonta me estropearía muchas cosas que llevo a cabo.

Y mis compañeros tampoco tenían el día, la verdad. Y entre una cosa y la otra, derrota dura.

También quería hacer pesas, aunque me lo estoy pensando, porque hoy es un día cansado y algo estresante, y las pesas con nervios no son nada buenas.

Ya veremos. De aquí a un rato, vuelvo con informática!

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